Gracias al análisis de diversos datos históricos, se pueden afrontar los riesgos que provienen de desastres naturales de manera más eficiente en el futuro, aplicando las medidas necesarias en el momento adecuado.
AUTORAS: Anaïs Brocheriou (Documentación y estudio) y Helena Armendariz (Redacción y Gráficos).
El viejo sueño de dominar los elementos parece cercano cuando se escucha a Santiago Pangua y Anaïs Brocheriou, gerente de Tesicnor y representante de la división de Météorage en la compañía navarra, respectivamente. Ambos comparten un mismo objetivo, sensibilizar de que es posible eliminar o reducir la magnitud de los daños causados por los incendios ocasionados por el rayo y presentan sus servicios de medición y anticipación como herramientas fundamentales para lograrlo.
Anualmente, se estima que el 4% de los siniestros registrados tiene origen meteorológico, pero “sabemos que dicha cifra es superior, ya que el 16% de los focos tiene origen desconocido”, apunta Brocheriou. No en vano, según recoge el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente en su último informe publicado sobre los incendios forestales en España, correspondiente al decenio 2001-2010, el número de siniestros originados por el rayo supuso un 9%, es decir, 6.576 siniestros sobre los 72.614 totales catalogados con causas conocidas.
En las dos últimas décadas, se aprecia cierta estabilidad en el número de incendios rondando los 200.000 focos, si bien es cierto, el impacto en la superficie afectada ha decrecido considerablemente: de los 5,5 millones de hectáreas en los años 90, a los 1,3 millones en el decenio 2000-2010. Cifras esperanzadoras, pero todavía muy elevadas si se tiene en cuenta que en la última década, casi el 3% de la superficie del país ha sido pasto de las llamas. “El gobierno central y las comunidades autónomas han hecho un gran esfuerzo al invertir en más medios terrestres y aéreos”, reconoce Pangua, cuya empresa, Tesicnor está especializada en prevención en sectores industriales y energéticos. Fruto de las inversiones de las diversas administraciones, son la reducción en los tiempos de acceso a los incendios. El ministerio de agricultura calcula que en el 73% de los siniestros, los primeros medios de extinción llegan a los 30 minutos desde que se ha detectado el foco. Dato positivo si se tiene en cuenta la especial orografía del país que dificulta en muchas ocasiones el acceso y la baja densidad poblacional de amplias zonas. Además, la importancia de la rapidez radica en que el tamaño final de los incendios está directamente relacionada con los tiempos de llegada de los primeros efectivos. A menor tiempo de llegada, menor tamaño del incendio, tardando, en el 87% de los casos, menos de seis horas desde su detección hasta su extinción.
Medidas preventivas frente al rayo
En este escenario, se hace patente el esfuerzo administrativo en una mayor eficacia en la extinción. De hecho, según señala el ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente en el informe de 2010, “más de la mitad de los siniestros son alertados por los ciudadanos bien a través de llamadas directas o a través del 112”. Mientras que el 36,05%, lo es por los sistemas de vigilancia y alerta de los dispositivos de lucha contra incendios forestales de las distintas administraciones. Es decir, el peso de la detección de los focos descansa en gran medida en los avistamientos de ciudadanos. Lo que demuestra que en su mayor parte son medidas paliativas y que no previenen el incendio.
Tras haberse alcanzado un alto desarrollo en los dispositivos de extinción, el siguiente pilar fundamental debe ser, precisamente, la prevención. Desde las administraciones se han reforzado los sistemas tradicionales sobre el territorio y la vegetación, así como campañas de sensibilización ciudadana. Sin embargo, en el caso específico del incendio causado por rayo, queda mucho por hacer. Tesicnor-Météorage, filial esta última de la Agencia Estatal de meteorología francesa y líder internacional en la gestión y prevención del riesgo de rayos, disponen de toda una red mundial de sensores capaz de detectar a larga distancia las ondas electromagnéticas generadas por las descargas eléctricas de los rayos.
Los sensores transmiten sus datos en tiempo real, localizando de forma precisa el origen y calculando sus características (polaridad e intensidad).
“En nuestro caso, la precisión de localización de los impactos al suelo puede alcanzar 100 metros, y la eficiencia de detección se estima en un 96%”, señala Brocheriou.
Tesicnor-Météorage distribuyen productos de información sobre los rayos para un amplio espectro de usuarios, particularmente los sectores de la industria, la energía, los seguros, los servicios meteorológicos, los transportes y la seguridad civil.
“Nuestra actividad central se divide en tres ámbitos: Operación de redes de detección de rayos; desarrollo de soluciones informáticas dedicadas a la información acerca de los rayos: CATS, Jobs, servicios en línea…, y diseño y comercialización de productos y servicios para prevenir el riesgo de que caiga un rayo”, detalla Pangua.
Las soluciones preventivas de Tesicnor-Météorage permiten “anticipar los incendios causados por el rayo. Esto permitiría a las administraciones limitar el alcance de los daños ya que podrían anticipar las intervenciones necesarias, les ayudaría a la hora de decidir el número de efectivos…, incluso en áreas de difícil acceso, y todo con tiempo suficiente para tomar decisiones adecuadas”; explica la responsable del área de Météorage en Tesicnor. Santiago Pangua se muestra muy rotundo cuando afirma que la prevención es la clave, pero también que “nunca hay grandes titulares, ni tiene notoriedad. Trabaja a la sombra”.
A lo largo de varias campañas Tesicnor-Météorage ha hecho un estudio comparativo entre las informaciones publicadas sobre los incendios en general, y los iniciados por el rayo, en particular; con los datos obtenidos por Météorage. “Nuestra conclusión –enuncia Brocheriou- no puede ser más reveladora: las advertencias de las autoridades fueron inexactas respecto a los lugares de impacto; frente a los datos obtenidos por Météorage que registraron el lugar del siniestro con un espectro inferior a 100 metros.” “Si las administraciones hubieran contado con nuestros servicios, el alcance de las medidas preventivas habría sido eficaz”, concluye Pangua.
Así, a modo de ejemplo de la precisión y eficiencia de los datos obtenidos por servicio de Tesicnor-Météorage, relatan el incendio iniciado por el rayo y que destruyó 163 hectáreas en Alburquerque, Extremadura el 2 de julio de 2014. El Periódico de Extremadura publicó los datos oficiales en los que se señalaba que “el incendió se iniciaba a las 16.45 horas y era sofocado tres horas después gracias a la intervención de los retenes de Alburquerque, El Pino, Puebla de Obando, Los Barruecos y Rincón de Ballesteros”. Sin embargo, en los registros que obran en manos de la compañía “el incidente se produjo en dicha zona casi una hora antes, a las 15.53”, indica Brocheriou, mientras muestra las imágenes de satélite con el epicentro marcado por Météorage, con el registro temporal. “Si hubieran dispuesto de la información de Tesicnor-Météorage hubieran podido acometer una intervención más rápida y eficaz lo que significa un incendio de menor tamaño y un alcance inferior de los daños tanto ambientales como económicos”, concluye.
El impacto del rayo en la industria
Tal y como señala en su informe INERIS, organismo nacional francés del entorno industrial, una de cada cuatro, es decir el 25%, de instalaciones industriales recibe el impacto de un rayo al menos una vez cada cinco años. “Cualquier empresa que dependa de la calidad de la alimentación eléctrica que reciba, así como aquellas dedicadas a procesos continuados, al manejo de productos peligrosos y las actividades que se desarrollan al aire libre está a merced de los riesgos de los impactos rayos; con todo el coste económico y social que conlleva”, apostilla Pangua.
Los incendios causados por el rayo tienen un gran impacto en el país, aunque existen áreas en las que presentan una mayor incidencia tales como la zona de Aragón con un 38%, seguida de Castilla y León y Castilla-La Mancha con un 30% y la Comunidad Valenciana con un 23%. Así, según el Ministerio de Agricultura, en el decenio de 2001-2010, el rayo destruyó 83.314 hectáreas forestales; lo que equivaldría a una extensión similar a la mitad de Gipuzkoa.
Es labor de todos reducir los daños ambientales, las pérdidas económicas y evitar desgracias humanas y en este objetivo la prevención es un arma eficaz. La tecnología de Tesicnor-Météorage “identifica certeramente el origen de un incendio, reduce el porcentaje de incendios de causa desconocida, ayuda a las autoridades competentes en su trabajo y preservar el país. De este modo, podemos afirmar que evitamos las pérdidas humanas y materiales causadas por estos fenómenos, en muchos casos; y, en otros, reducimos su magnitud”, termina Santiago Pangua.